Las comunidades e instituciones Agile deberían examinarse. Y deberían hacerlo pronto antes de que queden reducidas a un compendio de entidades sobrevaloradas con ideas muertas.
Este 2017, es el quingentésimo aniversario del que fue uno de los eventos más importantes de la historia universal y que dio paso al mundo moderno: se cumplen 500 años desde que Martin Lutero promulgara sus 95 tesituras y responsabilizara a la iglesia católica de numerosos errores teológicos e institucionales. La iglesia estaba lista para un cambio. Necesitaba un cambio. Estaba sumergida en pantanos de corrupción, nepotismo y completamente divorciada de la realidad que vivía la sociedad. Martin Lutero logró desencadenar cambios que reforzaron la fe cristiana e incluso renovó la fe en la iglesia católica romana.
Las instituciones y comunidades ágiles necesitan un Martin Lutero. Como todo movimiento ideológico, no se desgasta, se va deteriorando. Los agilistas santifican sus instituciones en la misma medida en que los clérigos de antaño santificaban el feudalismo. Las comunidades ágiles son las catedrales del pensamiento único y los consultores son los frailes que van pregonando las alabanzas. Así como los clérigos de la edad media hablaban en latín para dar a sus palabras un sentido más autoritario, los agilistas hablan en lenguaje mumbo-jombo. Los clérigos de la edad media, además, vendían indulgencias, las cuales los creyentes podían comprar y así obtener el perdón de sus pecados. De la misma forma, las instituciones y comunidades ágiles venden modas que solucionan todos tus problemas de negocio.
Los clérigos del mundo Agile deberían revisar con conciencia tres pilares que soportan sus catedrales y que se encuentran tambaleándose peligrosamente: el pensamiento único, el lucro de sus instituciones y su estrategia para el futuro.
Mucha religión y poca inspiración
Por un lado, están los eventos que promueven las comunidades Agile. Se han degenerado en eventos de mucha religión y poca inspiración. Son repetitivos y carentes de contenido. Parecen hechos simplemente para alabar en público a sus clérigos más antiguos, prácticamente rayando en lo ridículo. Es un homenaje al iconoclasticismo y el Agile Infantil. Los precios de las entradas de estos eventos son, además, totalmente desproporcionados. Los eventos de otras comunidades con más antigüedad como el PMI (Project Management Institute), por ejemplo, suelen ser 5 veces más económicos y suelen tener speakers con 5 veces mejores currículums.
El lucro institucional
Por otro lado, está el caricaturesco mundo de los certificados. Instituciones “prestigiosas” que son autoridad para certificar, que están más preocupadas de hacer dinero que de preparar a las personas. Certificados en los que la formación es un trámite y que, a día de hoy, comienzan a generar desconfianza a nivel corporativo mundial [1]. A excepción de alguna institución, las certificaciones suelen ser costosas y carentes de exigencia. Cualquier persona en la actualidad puede salir certificada con el mínimo esfuerzo. La certificación más básica de Scrum, por ejemplo, puede llegar a costar el doble de dinero que obtener una certificación PMP (Project Management Professional). Y menos de la cuarta parte de esfuerzo.
Menos lucro y más innovación
Por último, y no por ello menos preocupante, el mundo Agile tendrá que comenzar a prepararse para el desafío que será el nuevo orden geo-político y económico mundial. Una de sus piedras angulares que justifica su adopción, por ejemplo, se basa en el time-to-market para conseguir ventajas competitivas. Pero el nuevo tablero económico mundial está en vísperas de cambio. La presidencia de Trump, el Brexit y en general el movimiento mundial anti-globalización, pueden acelerar el desgano en el mundo por hacer negocios globales [2]. Es muy probable que las empresas a nivel mundial comiencen a cerrar filas y vuelvan a dedicarse a reducir costes y mantener sus negocios core. En este escenario, ser predictivo en lugar de adaptativo puede ser la pieza clave de la supervivencia de muchas empresas que ya han iniciado su repliegue. El time-to-market pudiera convertirse en un concepto obsoleto.
En los años venideros, las instituciones Agile tendrán que explotar al máximo a un aliado que también puede ser su peor enemigo: ellas mismas. Este 2017 es un buen año para comenzar. Una cosa es hacer un modelo de negocio y obtener ganancias mientras se beneficia a la sociedad. Otra muy distinta es ser simplemente un lucro. Las instituciones y las comunidades de Agile parecieran ser un mero lucro ahora, como lo fueron las instituciones religiosas en la edad media.
Los clérigos Agile deberían pensar menos en lucrocracias y más en visión de futuro. El tiempo está corriendo. Sus catedrales están completamente divorciadas de lo que el mundo ágil necesita. Están llenas de favoritismos y nepotismo. De corrupción.
Las instituciones y comunidades Agile deberían examinar sus iglesias con la misma clarividencia con la que Lutero examinó las suyas. Sino, correrán el riesgo de convertirse en un montón de instituciones sobrevaloradas con ideas muertas.
Referencias
[1] http://testobsessed.com/2009/03/agile-certifications/
[2] The economist. “The retreat of the global company”. Print. January 2017.
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