El éxito es ir de fracaso en fracaso sin desesperarse. Una frase de Wiston Churchill que deja un sabor un tanto amargo, al menos en nuestras culturas, en donde desde muy corta edad nos educan para no buscar más caminos que no sean los que lleven al sobrevalorado éxito. ¿Es realmente el éxito la única posibilidad de generar buenas consecuencias?(…)
Recientemente, mientras le daba vuelta a las ideas del éxito y del fracaso, y durante a una visita a la hermosa ciudad española de Valladolid, volví a encontrarme con la idea que venía barajando: no todo fracaso puede derivar necesariamente en más fracasos consecutivos. Este pensamiento, se vio reforzado tras contemplar el inconcluso proyecto de la catedral de Valladolid. Esta catedral, diseñada por Juan de Herrera, se encuentra entre cuarenta y cincuenta por ciento construida.No se culminó por diversos accidentes –terremotos e incendios– aunado a la falta de recursos económicos, y según comentan los expertos en la materia, no se culminará nunca más.
Pero lejos de pensar que esto es un fracaso, como parecería lógico hacerlo, la guía turística explicaba los beneficios de que el proyecto no se hubiese concluido. Principalmente después del incendio que sufrió la ciudad y el terremoto de Lisboa, que por estar en la misma falla también la afectó, se decidió parar la obra para poder reconstuir la ciudad. De aquí se desprendió que se conservase el casco antiguo de la colegiata y la iglesia de la Antigua, además de la universidad, que hoy en día es la más importante de la ciudad. Por tanto el fracaso en este caso derivó en otros éxitos.
Si llevamos este mismo razonamiento a nuestro ámbito cotidiano, podemos aproximar la idea de que no se debe de satanizar los fracasos, debemos afrontarlos y obtener de ellos aprendizajes. Más importante aún: compartirlos. Compartir con terceros nuestras historias de proyectos que no han llegado a buen puerto es tan provechoso como los que si lo han hecho, quizá aun más. Es conseguir sacar partido de algo que creemos realmente malo y que, sin embargo, puede derivar en futuros éxitos. No debemos tener miedo en cerrar una empresa, declarar inviable un proyecto o cerrar una obra que no tiene sentido continuar.No debemos atemorizarnos de librar nuevos fracasos.
Así como los restos de madera del barco de L´Orient, antiguo buque insignia de la flota francesa, que transportó al ejército de Napoleón a Alejandría. Que se utilizó para algo tan monstruoso como puede ser una guerra, y que sin embargo al ser destruido, sus maderas sirvieron luego para sostener hospitales, para sostener escritorios de jóvenes promesas, para forjar mesas donde se reunirían familias a disfrutar una cena; así como las piedras destinadas a la catedral de Valladolid, que después se usaron para hacer una universidad; así, debemos aprender nosotros a cosechar éxitos, en muchas ocasiones, con los restos de nuestros fracasos.
¿Qué estamos haciendo con nuestras catedrales incompletas? ¿Qué estamos haciendo con las maderas de nuestros fracasos?