Cuando se lee por primera vez acerca de las metodologías ágiles, su argumento es tan lógico y tan simple, que inmediatamente se siente una poderosa tentación por descartar las metodologías tradicionales. Pero, ¿Se pude enseñar trucos nuevos a un perro viejo? En este material, nos demuestran que quizá si. En ese sentido: ¿Se pueden añadir a las metodologías tradicionales características ágiles?
Todo parece indicar que si.
Si volvemos a leer detenidamente el manifiesto ágil, seguramente observemos que hemos pasado algo por alto:
«..That is, while there is value in the items on the right, we value the items on the left more…«
Estas líneas son clave, pues el hecho de que, los elementos de la izquierda sean más importantes, en NINGÚN MOMENTO, nos exime de considerar a los elementos de la derecha como inexistentes.
Rescatando la frase de Aristóteles: «Una virtud es un punto medio entre dos vicios extremos», ¿Por qué no combinar las metodologías? ¿Hay alguna forma de saber cuál es la correcta en un contexto determinado?
La respuesta es SI. En este artículo, por ejemplo, se proponen un conjunto de métricas para determinarlo: ambiente operacional del proyecto, ambiente tecnológico del proyecto, el producto y el proceso, nivel organizativo, tipo de empresa, nivel de incertidumbre, entre otras.
Llegados a este punto, probablemente, nos estemos re-considerando el planteamiento inicial.
¿Habremos sido irracionales, siendo tentados a desechar las metodologías tradicionales en un primera lectura? Probablemente no si has leído a Locke: «Solo los estúpidos no cambian de opinión».