Ésta es la historia de José. El, al igual que María, Pablo, Juana, quien escribe y quien me lee, estuvo en la búsqueda de la empresa perfecta. En pleno siglo XXI y en un entorno hostil, donde parece estarse rompiendo uno a uno todos los paradigmas que nos han llevado hasta lo que somos; y en donde el viejo «sueño americano» de servir a una compañía de por vida ya no tiene cabida: lo ideal pareciera ser ir de empresa en empresa hasta encontrar el lugar soñado.José viajó por todos los rincones de su país, por todos los lugares de su continente e incluso por casi todo el mundo buscando una empresa perfecta. Cuando finalmente regresó hasta el punto de partida, comentó a sus amigos que se quedaría en la primera empresa que encontrase. Estos, contrariados supusieron que José había fracasado en su búsqueda.
Realmente José si había encontrado la empresa perfecta, sin embargo la empresa estaba también buscando al empleado perfecto.
Hemos llegado a un punto donde parece que para conservar el empleo solo deben hacerse dos cosas: cumplir cuidadosamente el horario – ni más ni menos – y hacer sólo lo necesario – ni más ni menos – porque quién se atreve a desafiar alguno de estos dos puntos, resulta tan útil en ciertos momentos como totalmente indispensable y perjudicial en otros. Los directivos tradicionales de la vieja escuela tienden a valorar solo las necesidades del presente.
Sin embargo, no se puede evaluar solo ésta perspectiva negativa. Hay que considerar la historia de José y aprender algo importante de ella: ¡Las cosas deben cambiar! pero para ello nosotros debemos convertirnos en agentes de cambio. La empresa perfecta no existe, pero donde nos encontremos, siempre podemos intentar convertirlo en un lugar mejor.
Tal como nos plantea Jurgen Appello en [1], si no nos encontramos a gusto donde trabajamos, tenemos tres opciones :
- Elegir nuestras batallas: Podemos quedarnos solo con las cosas buenas que nos gustan de nuestro trabajo e ignorar las demás.
- Renunciar: Las malas empresas, aún existen porque la gente no renuncia de sus trabajos. Entonces si queremos hacernos un favor a nosotros y al mundo, simplemente hay que renunciar.
- Ser agentes de cambio: Aprender sobre la gestión del cambio, tener coraje e intentar cambiar las cosas.
Creo que un buen paso es seleccionar la tercera opción, y es que, para intentar cambiar al mundo y a las personas, debemos comenzar por nosotros.
REFERENCIAS
[1] Appelo, Jurgen.How to Change the World. Jojo Ventures BV (2012)