¿Te has preguntado alguna vez si el concepto de productividad aplica a entornos digitales? El síndrome del atún digital es el lastre de muchas empresas modernas. Viven encerradas en viejos esquemas, mirando el mundo de ayer con los ojos de ayer…
¿Te has preguntado alguna vez si el concepto de productividad aplica a entornos digitales?
La productividad es un concepto que nació durante la era agrícola para medir la superficie de tierra cultivada vs las tierras sin trabajar. Más tarde, durante la revolución industrial, el concepto se convirtió en una herramienta para medir la capacidad de la industria de producir algo.
Es un concepto fácil de comprender. Pero, ¿ Se pueden trasladar estas ideas a la era digital?
En muchas empresas “digitales”(nótese las comillas), por ejemplo, el diálogo entre los empleados, las formaciones, las salidas para hacer teambuilding, el coaching e incluso las reuniones de trabajo son sinónimo inequívoco de improductividad.
El argumento es que hacer una reunión de equipo, por ejemplo, sería como dejar un terreno sin cosechar, o quizá disminuir la capacidad productiva.
Ante este argumento, es difícil estar en desacuerdo, ¿verdad?
Esto puede ser cierto si trabajamos un entorno industrial productivo. Imagina que trabajas en una empresa que produce latas de atún y cada empleado produce al rededor de 70 latas de atún al día. Esto es equivalente a un ritmo de producción aproximado de 7 latas de atún por hora, por empleado. Cada vez que un empleado se reúne para hablar con su compañero, acude a una formación, está en una sesión de coaching o hace cualquier cosa que no sea producir latas de atún, le está costando a la empresa 7 latas de atún por hora. Que son menos ventas, que se traduce en menos ganancias.
Es una lógica infalible. ¿Pero qué sucede en los entornos digitales? ¿Es similar?
La respuesta es un rotundo NO. Construir un producto intangible, una oferta comercial, o solventar un problema complejo de algún cliente NO es producir una lata de atún. Y no se puede hablar de productividad de la misma forma.
Los retos intangibles son en la mayoría de los casos tareas que implican un esfuerzo intelectual y colectivo. Son complejos y requieren creatividad para desarrollarlos.
A diferencia de producir una lata de atún, la construcción de un producto digital innovador requiere de muchas personas con distintos perfiles convergiendo y divergiendo entre múltiples soluciones, haciendo consensos y muchas veces enfrentando situaciones nuevas y de alta incertidumbre para las cuales se requiere diálogos, formación y reuniones. Y todo esto no debe verse como algo improductivo, porque es parte de la solución.
Por tanto la interacción, capacitación y desarrollo de las personas no pueden ni deben estar relacionados con la productividad. No en vano, las empresas que promueven y refuerzan las conexiones y el crecimiento entre sus empleados, son innovadoras y están liderando los mercados hoy en día.
Las empresas digitales son humanas, no mecánicas y el concepto de productividad – si aplicase- debería de ser reinventado y adaptado a estas circunstancias contemporáneas.
En lugar de preguntar cuantas latas de atún ha dejado de producir, una empresa digital debería de cuestionarse cuánto aprovechan los empleados su tiempo para enfocarse en contribuir con la empresa y facilitarles el camino, eliminando así procesos y políticas burocráticas que no aporten valor al conjunto.
A no ser, claro, que produzcan atunes digitales, que por ahora es ciencia ficción.
El síndrome del atún digital es el lastre de muchas empresas modernas. Viven encerradas en viejos esquemas, mirando el mundo de ayer con los ojos de ayer. Es como si se decidiera emplear remos en lugar de motores para mover un crucero.