Las herramientas para la gestión de proyectos han venido presentado una interesante evolución: de trabajo en papel y lápiz hacia la automatización con software; de software local y mono-usuario, a trabajos compartidos y colaborativos en la nube; y finalmente, en algunos casos con prácticas ágiles, de la automatización de trabajos en software a usar nuevamente lápiz y papel. ¿Cuál será el próximo paso?
La importante evolución que, quizás no da lugar a cuestionamientos, es la del paso de software mono-usuario a multi-usuario. También, la expansión a la nube y al software como servicio, son avances que han revolucionado sin duda al mundo de la gestión de proyectos.
De manera que, pareciera, que el único tema que aún queda por resolver, es el GAP existente entre el las herramientas manuales y las herramientas digitales. Existen contextos que hacen propicio el uso de una u otra: ubicación y tamaño de los equipos, cultura corporativa, teletrabajo, comodidad, curva de aprendizaje, productividad y un largo etcétera.
Uno de los principales inconvenientes del trabajo manual, pasa por la falta de persistencia y disponibilidad de la información. El hecho de no poder contar con la información desde cualquier lugar y en tiempo real, en la actualidad, se ha vuelto un claro problema. También, la consecuencia de no contar con métricas automatizadas, es un dolor de cabeza.
En la misma medida, las herramientas digitales, a pesar de su plausible esfuerzo centrado en la colaboración entre usuarios, no han podido emular la comodidad que siempre representa trabajar con herramienta tangibles. Aunado a esto, la curva de aprendizaje para aprender dichas herramientas, en algunos casos generan desánimo en los equipos fomentando el desuso.
Pero, ¿Y qué pasaría si pudiésemos unir lo mejor de los dos mundos? Al parecer, los compañeros de Vitamins Design ya han comenzado a planteárselo: