Join Take Back Agile, I Want Agile Back, Agile is Dead, #NoEstimate, TDDisDead, The Anti Agile Manifesto y muchos más, parecieran ser sólo algunos de los movimientos que han surgido para hacer frente a una carrera por salvar al agilismo de los agilistas.
Pareciera que dentro del marco de la filosofía ágil, se han gestado y promovido métodos que, de alguna forma, han evolucionado en extremos que pudieran considerarse muy próximos a la filosofía tradicional o, al menos, lejos de la ágil. Muchas opiniones sugieren que la industria y, la gente en general, han comenzado a adoptar técnicas que dejan aparte el lado humano, favoreciendo los procesos y las herramientas. Muchos agilistas, además, han hecho suyas estas técnicas de forma muy radical, apelando, en ocasiones, a situaciones dogmáticas. TDD y el debate entre DHH, Kent Beck y Martin Fowler, es quizá uno de los mejores ejemplos de lo que parece ser la ruptura entre el agilismo tradicional y la propuesta de neo-agilismo. ¿En qué culminará todo esto? El tiempo lo dirá.
Resulta pertinente, en todo caso, hacer un paréntesis y realizar un importante ejercicio de diferenciación: la filosofía ágil y los métodos ágiles son dos conceptos distintos. La filosofía ágil se refiere a principios y engloba las cuatro premisas que se encuentran en El Manifiesto Ágil. Los métodos ágiles tratan acerca de las técnicas para llevar a la realidad dichos principios(Scrum, Xp, Kanban,Velocidad del equipo, Planning Poker, etc).
Dicho esto, AgileisDead, por ejemplo, comienza a parecer un extremo radical. Tal como dice Jurgen Appelo, autor de Managament 3.0 : “La agilidad es como el deporte. Los deportes son saludables para las personas. Agile es saludable para las empresas. Ni el deporte, ni la agilidad pueden morir, no tiene sentido. Son sólo los métodos y las técnicas quienes nacen y mueren”.
Ralph Waldo Emerson, filósofo estadounidense, dijo en una ocasión: “Quien comprende los principios de algo, acierta eligiendo sus propios métodos. Quien va probando métodos, ignorando los principios, tendrá problemas”. Creo que esto es exactamente lo que pueda estar sucediendo.
Lo cierto es que, así como las metodologías tradicionales no son ciertas, sino que, simplemente son un conjunto de hipótesis válidas para explicar una gran cantidad de procesos y hechos que no pueden comprobarse: su verificación, aun en un número infinito de casos, no demostraría su aplicación universal; tal es el caso de las metodologías ágiles: no son ciertas en la misma medida en que las tradicionales tampoco lo son. Pero este hecho, no disminuye el valor abstracto de ambas metodologías, por el contrario: solo resalta la necesidad e, inclusive la existencia, de otras más válidas.
El debate está servido.
¿Ha comenzado una carrera por salvar al agilismo de los agilistas?
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