Probablemente he de comenzar escribiendo, preguntándome ¿qué hace un venezolano que ha estudiado ingeniería en informática escribiendo sobre política? y es que así nos hemos convertido los venezolanos, mi generación aún tuvo suerte – sólo ha desvivido poco más de la mitad de su vida con Chávez – no así por ejemplo mis pequeñas primas, que no han tenido la suerte de conocer otras formas de gobierno y en general, si, de vida–; y poco a poco se hace inevitable ser venezolano y no estar relacionado de alguna forma con la política.
Creo mucho en los análisis de retrospectiva y en la autocrítica, considero que la diversidad de ideas y opiniones pueden ser constructivas aún cuando difieran de la percepción de la mayoría, y en ésta ocasión quiero dejar algunas humildes reflexiones sobre lo que ha venido ocurriendo en Venezuela en los últimos años, desde un punto de vista más científico, es decir, dejando de lado por momentos la moral y la ética.
He participado activamente en la política venezolana durante algunos años, los suficientes como para darme cuenta de que no sirvo para tales fines y en general, para decepcionarme y comprobar por mi cuenta que desencanto es el nombre de este juego. No soy de aquellos que valen para prometer con poesía y cometer luego en prosa.
La campaña de Capriles tiene indudablemente varios matices, uno de ellos es la capacidad colosal y de gladiador que mostró Henrique durante las mismas y que será por siempre recordada por la historia venezolana, al fin y al cabo: tarde o temprano terminará en Miraflores, estoy seguro de que será así. Por otro lado, y porque debemos aprender de nuestros errores, me parece que en algunos aspectos hemos pecado de ingenuos.
El sistema electoral venezolano es una Completa Quimera, es retorcido y pese a la imagen que se ha querido ofrecer al mundo sobre “el sistema más fiable”, creo que sobran pistas para pensar todo lo contrario. En Venezuela no se ha invertido en luz, en agua, en infraestructura, en sanidad, en educación, en tecnología; ni siquiera se ha invertido en renovar y mejorar nuestras industrias petroleras que nos dan la vida y de las cuales dependemos como la tierra del sol: pero sí se ha invertido en el “mejor sistema automatizado electoral del mundo”, que casualidad, y eso si, se ha invertido sólo en lo que al gobierno le conviene(procesos automatizados, máquinas avanzadas de votación que la mayoría de la población no entiende, capta-huellas misteriosas que infunden miedo), pero no así por ejemplo en el corazón del sistema: el intrincado, retorcido y perverso conjunto de datos o base de datos del sistema electoral. En primer lugar hay que dar cuenta del desproporcional crecimiento que se ha presentado en el sistema electoral a lo largo de éstos 14 años de chavismo, como bien lo explica en un excelente reporte Carolina Abrusci[1]:
“En el año 2000 el Registro Electoral constaba de 6.288.578 inscritos, y para el más reciente proceso electoral (Octubre 2012) el mismo estaba constituido por 18.903.937 electores. Se trata de una triplicación de votantes registrados. ¿Sería posible realizar una depuración del Registro Electoral? ¿De qué manera puede verificarse que efectivamente las personas inscritas lo han hecho de acuerdo a lo que establece la ley (en los casos de venezolanos por naturalización)? Este elemento es, sin lugar a dudas, digno de un profundo análisis y sería muy beneficioso (además de necesario) una depuración para garantizar la tan elogiada transparencia y perfección del sistema electoral automatizado venezolano, que sigue generando desconfianza en un sector importante de la población.”
Además de esto, existen casos con personas que poseen el mismo nombre y la misma dirección y que aparecen repetidamente hasta más de cien veces en un mismo centro de votación con distintas mesas [2]. Por tanto, y esto lo digo con toda propiedad, un sistema con el mejor hardware y el mejor software que tiene una base de datos con éstas características resulta más que evidente que no componen “el sistema electoral más fiable del mundo”, todo lo contrario, se vuelve totalmente vulnerable.
Por último y no menos importante, el delicado tema de la desventaja propiciado por el gobierno en términos de dinero, propaganda y todo el peso del estado para ejercer el miedo y sobornar a las instituciones públicas, una de ellas, por cierto nuestro “fiable” consejo electoral.
Pero la oposición venezolana, ha estado éstos últimos años mas enfocada en ver quien se queda con ¨el coroto¨, que en intentar anular éstos ya archiconocidos desajustes, que se quiera o no, al sumarlos se vuelven significativos, no olvidemos que el diablo está en los detalles.
De este modo y bajo mi humilde punto de vista, este no ha sido un juego limpio, y esto es importante tenerlo en cuenta. No para salir a los cuatro vientos y gritar fraude, pero si para con mecanismos (más allá de los testigos de mesa) intentar trabajar para detenerlos, y es que con todo lo que se ha sabido – y lo que quedará por saber – que ha hecho este gobierno: ¿Qué garantía hay de que en unas elecciones donde su poder y vida esta en juego se comporten de forma decente?
Cómo una vez mencionó Nicolás Maquiavelo, y es que la política sigue igual o peor que cuando escribió tan famosa obra [3] :
“hay dos maneras de combatir: una, con las leyes; otra, con la fuerza. La primera es distintiva del hombre; la segunda, de la bestia. Pero como a menudo la primera no basta, es forzoso recurrir a la segunda. Un príncipe debe saber entonces comportarse como bestia y como hombre. Esto es lo que los antiguos escritores enseñaron a los príncipes de un modo velado cuando dijeron que Aquiles y muchos otros de los príncipes antiguos fueron confiados al centauro Quirón para que los criara y educase. Lo cual significa que, como el preceptor es mitad bestia y mitad hombre, un príncipe debe saber emplear las cualidades de ambas naturalezas, y que una no puede durar mucho tiempo sin la otra.”
El tiempo lo dirá, pero creo que ha faltado un toque de bestia en estas elecciones, sobre todo cuando nos enfrentamos a personas que sólo usan ésta estrategia, allí dejo ésta pequeña reflexión: ¿Estamos jugando democrático con el diablo?
REFERENCIAS
[1] Ver documento
[2] http://www.youtube.com/watch?v=tmZldZLQ1v4
[3] «El Principe», Maquiavelo, Nicolás
Estoy de acuerdo contigo en todo. Si embargo pienso que cabe la posibilidad de preguntarse hasta que punto puede llamarse ingenuidad (a la actitud de la oposición), y cuando comienza a convertirse en estrategia obligada para impedir decepción, frustración y, por ende, abstención y poca participación en futuras elecciones, sobre todo en regionales dentro tan solo dos meses. Si nosotros no involucrados en política llegamos a conclusiones tan profundas; ellos, para quienes la política es su vida, deben saber lo que hacen!
Muy buen punto de vista hermano!, gracias. Comparto tu opinión.